Indiferente a todo lo visible
ni el mal me atrae, ni ante el bien me extasio,
como si dentro de mi ser llevara
el cadáver de un Dios, ¡de mi entusiasmo!
Libre de abrumadoras ambiciones,
soporto de la vida el rudo fardo,
porque me alienta el formidable orgullo
de vivir, ni envidioso ni envidiado,
persiguiendo fantásticas visiones,
mientras se arrastran otros por el fango
para extraer un átomo de oro
del fondo pestilente de un pantano.
(Extracto del poema Autobiografía, del poeta cubano Julián del Casal (1863-1893), amigo de Ruben Darío, espíritu meláncolico y muerto de risa. Se puede visitar su museo en La Habana, derruido como su recuerdo)
16 feb 2008
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