(Para el dossier LA INFORMACIÓN COMO SOSPECHA estamos organizando una mesa redonda sobre el 23-F en Valencia, coordinada por David Barberá y con la participación de periodistas y autoridades que vivieron aquel polémico acontecimiento histórico. En este post, nuestra lúcida analista Barbate nos ofrece una introducción a una cuestión que sin duda levantará ampollas)
Una circunstancia sociohistórica cualquiera: el 23F de 1981. Un “golpito” -según un asesor del rey; por cierto y para quien lo dudara: el rey estaba en el ajo- que, si fracasó, no fue precisamente debido a la falta de entusiasmo facineroso de la Región Militar de Levante. Ahí estaban los tanques apuntando al Ayuntamiento de Valencia, el centro cortado por camiones de lona verde, el toque de queda, el bando emitido por todas las radios. Ni en Madrid, la capital más reaccionaria de Occidente, la del esperpento tejeril, llegaron tan lejos. ¡Ah! El aroma al lubricante de las orugas de los blindados se maridó con los primeros efluvios de azahar y con la brisa marina, aquel febrero, en el puerto más oriental del Mediterráneo Norte. Amunt Valencia.
Para el periodista de derechas, cuarentón a la sazón y hoy francamente mayor, un simple “suceso”. La aventura personal de un militar, Milans del Bosch, que a fuerza de ser retrógrado ni siquiera era franquista sino primorriverista. Lo que ocurrió es que Milans, ebrio de pronunciamientitis, gritó “a mí la legión” y el resto de los capitanes generales, ya fuera por borrachos (el de Sevilla), por torpes (el de La Coruña), por demócratas (el de Las Canarias) o por cobardes y/o calculadores (los cinco restantes) se quedaron calladitos y sin mover un dedo.
Para el historiador de izquierdas, entonces comenzando su estelar carrera académica y con la puntería conceptual todavía afilada, el golpe fracasó por constituir una aberración macroeconómica: “el golpe no podía triunfar porque el ejercito ya no era correa de transmisión de ninguna clase social dominante. Los oligopolistas del franquismo comprendieron que la única posibilidad de seguir controlando y acumulando capital era la internacionalización. La internacionalización significaba el Mercado Común Europeo, y para entrar en Europa era necesario ser un país democrático”. Punto y pelota.
Realidad, eres escurridiza, como la dignidad del trabajo asalariado.
Daría Barbate
12 abr 2008
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2 comentarios:
Estupendo y riguroso analisis pormenorizado de la situación sociohistórica de un evento venido a menos.
¿Para cuándo una versión Blu-Ray de esta concienzuda mesa redonda?
Quiero lanzar una pregunta a tal concentración de sesudos politólogos: Si no hubiera habido intento de golpe de estado, ¿se habría mantenido la monarquía hasta la actualidad?
¡Salud y República!
(¿esto ya se puede decir? ¿no es pecado?)
Gracias por tus comentarios Jesús, tu pregunta es muy pertinente y nos la apuntamos. A mí se me acaba de ocurrir otra, también del rollo contrafactual: si Milans hubiera estado destinado en Barcelona o Bilbao y hubiera sacado los tanques en aquella fatídica ocasión ¿la reacción de los sectores democráticos barceloneses o bilbaínos hubiera sido tan tímida o incluso apocada como fue la de sus homólogos valencianos?
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